Todos tenemos un pasado y una historia que no siempre es fácil de platicar. Cuando se guarda un secreto, se tiene una memoria con recuerdos que prefiere no compartir.
Uno de los problemas más serios al guardar secretos es que cuando se carga sentimientos que no se expresan, la mente los convierte en cuestiones que dan vergüenza y culpa, Estos dos son de muy malos compañeros de vida.
Los secretos eventualmente terminan traicionando a la persona. Por lo tanto, es mejor hacer las paces con los recuerdos y buscar un lugar seguro y adecuado para poderlos enfrentar y finalmente sanar el mal sabor que se esconde.
Estos secretos, pueden ser desde un incidente de la infancia que no tuvo mayor trascendencia hasta una situación compleja y dolorosa que resulta mejor cargarlo en silencio, sin que nadie sepa. El miedo a la confrontación y al no saber cómo manejar los sentimientos que están escondidos causan terror.
Por ejemplo, cuando uno se siente tonto, torpe, o inadecuado, pero nunca lo expresa por miedo al rechazo. Mentir por un título que nunca se obtuvo para que no duden de su capacidad. La persona que actúa como un ser noble, pero en realidad se sabe a sí mismo como una persona mala porque siente que sus entrañas no son buenas.
Cuando una persona se avergüenza por su pasado, porque en algún momento fue un alcohólico, prostituta, o tuvieron un pasado comprometedor, pero hoy día disfrutan de una posición respetable y estable. Hay personas populares y prestigiosas que no se sienten queridas y esconden sus miedos en la fama.
Existen también las personas que fueron testigos de una guerra o alguna tragedia y nunca quisieron compartir su sufrimiento con sus hijos o familiares. Hay asuntos tan íntimos y vergonzosos que es mejor archivarlos en forma de recuerdo inaccesible y pretender que no existen. Así las personas se protegen y se adaptan a su nueva realidad.
La realidad es que los secretos se convierten en decretos que condenan y perpetúan el dolor que cargan; aunque uno piense que son pensamientos inofensivos que no molestan ya que no tienen valor en el presente. Los secretos son pensamientos filosos cargados de malestar.
Todo lo que un día se esconde, se carga y se incrementa; Cómo consecuencia los secretos le quitan el buen sabor a la vida. Cuando estos no se aclaran y se confrontan crean problemas que afectan en muchas más áreas de la vida diaria.
Es importante tener el valor para enfrentar sus secretos con uno mismo, ya que, de lo contrario, es difícil poder integrar sanamente el pasado con la nueva realidad.
La honestidad empieza con uno mismo. Es importante dejar de vivir una doble vida y no ser un impostor. Hay que aprender a abrazar la verdad, aunque duela. Ser honesto con uno mismo, para luego poder compartirla sin prejuicios con los demás.