La mayoría de nuestros padres nos han enseñado el valor del trabajo, la responsabilidad, la perseverancia y el amor por la familia, y aunque los tiempos han cambiado y muchas veces el rol de padre no es el mismo que el que fue en la época de nuestros padres y abuelos, ya que muchas veces hoy en día se preocupa más por lograr mejores bienes materiales que invertir tiempo en nuestra familia; todavía tenemos el privilegio de tener padres en la actualidad que continúan luchando por pasar tiempo con sus hijos y dejar un legado lleno de valores, responsabilidades.
Andrés Peña Hidalgo es oriundo de Perú, de la Hacienda Chicama, una zona ganadera donde vivió con sus padres Juan Peña y Victoria Hidalgo y sus hermanos. Su infancia asegura, fue muy feliz y de mucho aprendizaje, ya que desde los 6 años comenzó a trabajar junto a su padre, ordeñando vacas, arreando cabras, entre otras actividades que se necesitaran.
“Mi padre me enseñó el trabajo duro y a ser valiente, ya que teníamos ganado que muchas veces lo teníamos que proteger de las bestias que habían en el campo, como los leones o tigres, asimismo; nos enseñaron desde niños a caminar por cordilleras muy peligrosas, ya que cuando un animal se nos escapa, se iba por lugares inhóspitos donde muchas veces teníamos que tener el valor de ir a rescatarlos. A pesar de que éramos pequeños el miedo no existía ya que estábamos acostumbrados a lidiar con este tipo de experiencias”, compartió Don Andrés, quien al cumplir 21 años decidió integrarse a las Fuerzas Armadas del Perú.
Para Andrés Peña Hidalgo, la Biblia ha sido parte de su diario vivir.
“Comencé a recibir instrucción militar con el fin de estar debidamente preparado y cumplir con los requerimientos del Servicio Militar de mi país, al terminar este proceso de movilizable, me presenté voluntariamente a la Marina de Guerra donde viví experiencias y aventuras inolvidables, como pasar por naufragio durante 40 horas debido a que choqué contra otro barco en medio de una neblina intensa en el mar. No dejé nunca el mando y luché hasta llegar a puerto”, mencionó Andrés Peña Hidalgo, quien después de cumplir con su servicio militar se casó teniendo 23 años de edad.
“Soy padre de 5 hijos, 3 varones y 2 mujeres, y aunque no planifiqué cuántos hijos quería tener, siempre traté de educarlos para que sirvieran a su prójimo con amor. Ser papá es una alegría enorme y más cuando miras que tus hijos han logrado cosas buenas en su vida, eso genera en tí, una satisfacción y una gran recompensa. Soy cristiano y siempre estoy orando por mi familia, creo que cuando uno tiene una relación con Dios, él responde a las necesidades que hay en nuestro corazón y eso es el fundamento de mi vida”, aseguró Don Andrés Peña.
Andrés Peña junto a su hija Tina.
“Me gusta compartir tiempo con mi familia, aconsejarlos para que sean personas de buen ejemplo. Tengo 6 nietos y aunque no convivo mucho con ellos, cuando tengo la oportunidad les hago saber cómo fue nuestro pasado familiar, y cómo pueden lograr ellos tener un buen futuro, y una manera de hacerlo es honrando a nuestros padres”, añadió Andrés Peña Hidalgo, quien aconseja a los padres a seguir sembrando en el corazón de sus hijos, la unión y el amor familiar.
El Señor Andrés Peña asegura que, cuando uno ama a sus hijos debe de luchar en contra de todo para que tengan una vida de bien, y que no tomen caminos de maldad, sino que sean personas respetuosas, trabajadoras y honestas.
“Los valores que mis padres me enseñaron los he inculcado a mis hijos y espero que eso continúe en mis generaciones, que sigan por el buen camino para que al final lleguen a la meta siendo buenas personas”, sentenció Don Andrés Peña Hidalgo.
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